Honduras quizá se merezca unas palabras. Pero yo no soy propietaria de estas palabras, al menos no por ahora. El presidente tiene que volver, el presidente quiso cambiar la constitución para su beneficio, el golpe de estado no debe retornar a América Latina (¿es que ya no retornó?; si algo me maravilla de los discursos políticos es su tratamiento de los tiempos verbales), la caciller dice lúcidas palabras delante de la cámara, la canciller grita delante de la cámara, el país está aislado económicamente, el país es y será sin remedio durante un tiempo el que mayor peso de la crisis experimente gracias a la aventura de políticos y militares.
Me siento frente al televisor cada tarde, veo lo que mis vecinos llaman "la telenovela hondureña", y mi mejor amigo "el único reality show de la televisión cubana". Miro todas las imágenes, oigo todos los discursos, todas las noticias, todos los comentarios, veo todos esos rostros de la gente en las calles... Las palabras se me niegan, retroceden. Los rostros de la gente en las calles, aquellas que no dicen nada frente a las cámaras, pero son atrapadas por estas de soslayo, caminando, saludándose, intercambiando muecas, paradógicamente, son esas las únicas imágenes, es esa la única información de todo el bombardeo de información que recibo que parece tener algún sentido. ¿Por qué? No puedo decirlo. Pero esas caras... En esas caras estén quizá encerradas sin remedio mis palabras sobre los sucesos de Honduras.
Fecha de publicación de esta nota 7/2009
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[+/-] | Palabras sobre la ausencia de palabras |
[+/-] | Iran: El dilema |

Fecha de publicación de esta nota 6/2009
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[+/-] | Cuentos de horror y misterio en el Hospital Psquiátrico de La Habana |
Las noticias son escandalosas: 26 enfermos mentales del Hospital
Psiquiátrico muertos en tres días a causa de que las temperaturas
bajaran un poco en La Habana. El cómo pudo suceder está relacionado
con las políticas de dirección de esta institución de la salud. El
post de Claudia Cadelo al respecto muestra algo de esto (http://
octavocerco.blogspot.com/2010/01/la-locura.html). Insto a todos los
que tengan dudas a visitar Mazorra. "Cuentos de horror y
misterio...", exclama la bodeguera para ilustrar con una frase
popular su última visita al hospital. "Aquí es preferible estar
muerto que estar loco", dice alguien del barrio a manera de saludo y
sigue de largo. Leer más en el enlace original...
Fecha de publicación de esta nota 1.15.2010
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http://paladeoindeleite.blogspot.com/2010/01/cuentos-de-horror-y-misterio-en-el.html
[+/-] | Susurrando poesía al que camina |
El pasado viernes 16 de octubre hubo Café Emiliana. Encuentro delicioso, donde no hay ni "peña" ni reunión literaria, sino eso, sólo encuentro, diálogo entre escritores, lectores, músicos, y personas de paso. Antes de comenzar el café, que no pretendo reseñar --el que desee asistir puede escribirme para mantenerle al tanto de estos encuentros que no tienen fecha fija, y de los cuales su anfitriona nos avisa una semana antes--, Soleida Ríos, su coordinadora, quiso que algunos invitados o voluntarios cercanos al café la acompañaran en una acción poética en el parque de la Plaza de Armas. Debíamos leer, a quienes se dejaran, un puñado de versos de otro autor (no de nuestros poemas) "de nuestra lengua". Con este fin, cinco personas salimos de las puertas del Palacio del Segundo Cabo (Instituto Cubano del Libro), en cuyo patio acontece el Café Bar Emiliana, hacia el parque y sus alrededores a las 3:30 aproximadamente, y quedamos en reunirnos otra vez en el punto de partida media hora más tarde.
¿Escribí acompañar a Soleida en la acción poética? En verdad nadie acompañó a nadie. Una vez que cruzamos la calle hacia el parque no volvimos a encontrarnos hasta que todo terminó. Cada cual fue a buscar sus lectores-escuchas entre la gente y entabló con ellos un intercambio dual, sin intervenciones de terceros o testigos. Luego, al llegar al Café Emiliana, nos narramos entre nosotros la experiencia, y la hicimos pública al final del espacio para cerrar con broche de oro la tertulia.
¿Conclusiones? Todos los susurradores encontramos a un público dispuesto a prestar su oído primero, y después un poco más de sí, a aquellos poemas inesperados. Para hacer uso de mi propio caso diré que por unos instantes, quien escuchaba y quien declamaba (ambos de pie pues yo decidí asaltar al caminante) fuimos transportados hacia un lugar fuera de contexto, acaso sin nombre o con la posibilidad de muchos nombres, donde las palabras nos suspendían para resonar a solas y sin interrupciones.
Agradecida, Soleida. Y maravillosa la idea de continuar con esta práctica antes de cada Café. Leer más en el enlace original...
Fecha de publicación de esta nota 10.22.2009
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